Van cuatro años del gradual debilitamiento del banco: desde recortes presupuestales hasta inexperiencia en la Junta de Gobierno. Ahora, lucha contra un choque inflacionario sin precedentes
Bancos centrales en todo el mundo pelean con uñas y dientes en contra de la inflación más fuerte en 40 años. Detrás de cada alza en su tasa de interés, su herramienta más potente, está un equipo de técnicos que utilizan cuánto recurso tengan para diseñar la mejor política monetaria posible. En el caso del Banco de México, estos recursos jamás habían sido tan escasos.
La trayectoria de Banxico, como se le conoce al banco central mexicano, es corta cuando se trata de contener la inflación. A pesar de que se fundó hace casi cien años, no fue hasta 2001 que adoptó los objetivos de inflación con los que trabaja actualmente. El choque inflacionario actual, por lo tanto, es sin precedentes para la institución autónoma y llegó después de años de debilitamiento institucional originados desde la Federación. En términos reales, su presupuesto ha sufrido recortes, por lo que mucho de su talento se ha ido. A su vez, el presidente Andrés Manuel López Obrador ataca al banco y ha nombrado a la Junta de Gobierno a economistas que, si bien son reconocidos en sus respectivas ramas, carecen de experiencia en política monetaria.
Empezó en 2018, cuando el partido del Presidente pasó en el Congreso una ley que topaba los salarios de los funcionarios, incluyendo a los del banco central, y recortó su presupuesto para actividades ajenas a la proveeduría de billetes y monedas, como la compra de equipo y el mantenimiento del inmueble. De acuerdo a diferentes reportes en medios, el número de empleados del banco que dejaron la institución en los cinco meses entre la victoria electoral de López Obrador y su llegada al poder rondaron los 200.
La sangría sigue, de acuerdo con fuentes internas del banco, ya que los salarios han perdido atractivo. El que alguna vez fuera semillero de funcionarios públicos y reconocidos banqueros en Wall Street, ahora no puede competir con bancos privados para atraer a los que se gradúan de las mejores universidades con honores.
“Los informes trimestrales han bajado de calidad”, opina Marco Oviedo, economista ex funcionario de la secretaría de Hacienda, y ex asesor de la Presidencia. “Y esto es porque vino un deterioro institucional en los últimos años. Se les recortó el presupuesto, el presidente los ha atacado y han metido personas que no tienen una memoria institucional y que todavía están aprendiendo”, asegura Oviedo.
Inexperiencia
De los cinco miembros de la Junta de Gobierno, el grupo de especialistas que vota periodicamente por la política monetaria, López Obrador ha nombrado a cuatro, ninguno con experiencia en la materia. Solo uno de ellos, Jonathan Heath, ha trabajado en banca. Por su parte, el académico Gerardo Esquivel, quien termina su periodo como Subgobernador al final del año, pudiera salir si el Mandatario decide nombrar a alguien para reemplazarlo.
Sin duda el nombramiento más controvertido ha sido el de la Gobernadora, cabeza del banco, Victoria Rodríguez, quien no cumple con los requisitos que dicta la ley de tener competencia en materia monetaria. Economista con maestría por el Colegio de México, este es su primer cargo de alto nivel y toda su carrera la ha hecho desde el aparato de Gobierno, y no en organismos autónomos. En lo que va de su mandato, Rodríguez se ha caracterizado por hacer pocas declaraciones, algo que contrasta con sus contrapartes en Estados Unidos, en Brasil y en Chile, por ejemplo, en donde los titulares de la banca central ofrecen entrevistas y discursos en los que dejan ver a detalle su pensar sobre la inflación.
“Todos los demás hablan, todos están saliendo y controlan el mensaje”, dice Oviedo, “acá la señora no dice ni pío”. En Chile y Brasil, cuyos bancos centrales han sido más agresivos en su política monetaria que México, los últimos registros de inflación muestran un descenso, mientras que en México, ésta se ha estabilizado. La tasa de interés referencia en México está a su nivel máximo de 9,25%.
Injerencia presidencial
Antes de que Rodríguez llegara a Banxico, el presidente López Obrador ya atacaba al banco en sus conferencias de prensa diarias. En agosto de 2019, antes de que iniciara la fuerte oleada de inflación mundial por la pandemia y la guerra en Ucrania, López Obrador celebró que la Junta de Gobierno del banco recortara la tasa de interés. Pero lo hizo con un comentario hostil: “Es mejor que usen a plenitud las libertades, su autonomía, que tengan la arrogancia de sentirse libres”. Además, cuestionó la honestidad del entonces Gobernador, Alejandro Díaz de León y criticó a Esquivel llamándolo “ultratecnócrata”.
Quizás la injerencia más grave que López Obrador ha tenido, fue cuando informó de la decisión de política monetaria hecha por el Banco de México la noche anterior, algo que solo compete al banco. La actitud del Presidente por minimizar su trabajo daña la confianza en la institución, explica Oviedo, la cual es la fundamental cuando se trata de contener las expectativas de inflación.
“Construir la credibilidad de un mercado emergente como era México, que venía de una crisis terrible que fue la del tequila en 1994, costó a Banxico sangre, sudor y lágrimas”, apunta Oviedo. “Es muy triste ver cómo se trata con este desdén a la institución y esperemos que no tenga consecuencias mucho más graves”, agrega.
En respuesta a esta publicación, la subgerente de Comunicación Social del Banco de México Gina Castillo dijo por mensaje electrónico: “En mi opinión, considero que la publicación que realizarán daña la imagen y el prestigio de este Instituto Central, por lo que no participaremos con algún comentario, al contrario, el Banco de México no tiene comentarios al respecto”.